El papa Pablo VI (1897-1978) solía predicar: "no desprecies el recuerdo del camino recorrido. Ello no retrasa vuestra carrera, sino que la dirige; el que olvida el punto de partida pierde fácilmente la meta". Y en La Cocha, el municipio más austral del territorio tucumano -cabecera del departamento homónimo-, sólo las escasas generaciones de adultos mayores recuerdan el ferrocarril que llegaba a esa población. La misma línea que, después de invertir en millonarias obras inconclusas de infraestructura, no pudo continuar hasta la estación Superí, de Catamarca. 

La estación, ubicada en una franja que conforman la ruta nacional N° 38, al oeste, y la avenida Juan Bautista Alberdi, al este, aún se mantiene en pie. Por supuesto, ya no funciona como parada ferroviaria sino como sede de las direcciones de Tránsito y de Defensa Civil del municipio cochense. Tampoco hay vías ni campanas y por ende, los trenes y vagones sólo existen en la memoria de algún nostálgico habitante del pueblo- ciudad.

Otra cosa
"Este lugar era otra cosa cuando el ferrocarril era una realidad para La Cocha. Tanto los trenes a vapor como los coches motor salían repletos de esta estación. Aún hoy me pregunto: con tanta gente que viajaba en tren ¿cómo podían dar tanta pérdida, como decían? No me cabe en la cabeza que se digan tantas barbaridades sobre un transporte que las potencias mundiales no sólo las siguen usando, sino que también lo han modernizado y además, colmado de avances tecnológicos", opinó Juan Azar, empleado de una de las reparticiones municipales que usufructúan las dependencias de la ex escala ferroviaria del ramal CC-14, del ex-ferrocarril Belgrano.

Sólo los límites norte y sur de la estación presentan vestigios de lo que fue esa parada. Al norte, en el paso a nivel sobre Rivadavia, todavía hay un sector de vías, incluido un cambio y un segundo raíl, pero sin uso de ninguna naturaleza. Asimismo se pueden observar una columna de señales cubierta de plantas parásitas y un maltratado y vetusto poste de "pare, mire, escuche".

Escuela sobre la vía
Hacia el sur de la estación La Cocha, sobre Belgrano, se encuentra el flamante edificio de la Escuela Técnica N°1 de La Cocha. Fue construido sobre un extremo de la playa de maniobras. En el mismo lugar donde se localizaba la plataforma giratoria, para dar vueltas las máquinas a vapor.

Detrás del establecimiento, sobre la acera sur de Libertad primera cuadra, están el tanque de agua y la boca hidrante que se usaban para aprovisionar de ese líquido a trenes y máquinas.

Un proyecto trunco
El ferrocarril, según documentación histórica, tendió los rieles del ramal CC-14, Villa Alberdi-La Cocha, de acuerdo a lo estipulado por una ley del 5 de noviembre de 1907. Pero el servicio público se habilitó tres años después, el 21 de noviembre 1910. El ramal debía prolongarse hasta Superí (La Merced-Catamarca) pero sólo llegó a construirse hasta Rumi Punco (tramo que se culminó el 17 de octubre de 1947 y se habilitó cinco días más tarde).

El ramal CC-14 debía empalmar con el ramal A-6, que venía de San Fernando de Catamarca a Superí y que corrió hasta el 9 de septiembre de 1961. En 1953 se suspendió la construcción del tramo Superí-Rumi Punco y así quedó trunco el ramal interprovincial que estaba destinado a la comunicación de Tucumán con Catamarca y Cuyo. Llegaron a construirse ocho de los 10 túneles proyectados: seis en Catamarca y dos en suelo tucumano.

Con el Ferrocarril General Belgrano se debían recorrer 300 kilómetros por Recreo para llegar a la capital catamarqueña y 160 más, a La Rioja. Este ramal evitaba la Cuesta del Totoral.

Pero después de estar paralizado 23 años, en 1976 comenzaron a surgir ideas para aprovechar lo existente: hacer caminos que se conectarían con la ruta 38, para evitar el tránsito automotor por la mencionada cuesta y abrir posibilidades al comercio por el Paso de San Francisco. De esta manera se ahorrarían 27 kilómetros de recorrido. Los túneles, que ya se habían proyectado en 1891, se estudiaron y construyeron a partir de 1943.

"El ferrocarril impulsó el progreso en La Cocha. Pero su cierre fue acto de mezquindad e irracional. No sólo afectó nuestra economía sino también a los productores, a sus habitantes y a la juventud que utilizaba el tren para ir a estudiar. De las cuatro vías que había hoy no queda ninguna", dijo Facundo Ramírez, de 18 años.


Ferroviario y vendedor de empanadas

El 29 de julio próximo cumplirá 87 años. Siempre fue un trapecista sin red. Pero por sobre todas las cosas se enaltece de su pasado ferroviario. No es para menos, vive al frente de la parada ferroviaria y trabajo seis años en la cuadrilla de Vías y Obras de La Cocha. Llegó a ser jefe de almacén.

"Entré muy joven al ferrocarril. Hasta que tuve que hacer el servicio militar. Ahí perdí mi trabajo pero después pude recuperarlo. Trabajé en la estación La Cocha, pero también anduve por Suncho Corral, Antillas y otros lugares inhóspitos", contó orgulloso don Félix Domiciano Plaza. "Cuando volví a ser ferroviario, fue acá en La Cocha. Junto con mis hijos -dijo que tiene muchos, pero no precisó el número-, pusimos un puesto de venta de empanadas, que elaboraba su esposa. Nos fue muy bien. La gente nos compraba muchas. Recuerdo que la ofrecíamos a $2,20 y a $1,80. El puesto estaba al frente sobre la Independencia, que desemboca en la fachada de la estación".

Para don Félix, la estación era una romería. Temprano llegaba el vendedor de LA GACETA y también revistero. "Yo era un lector de El Tony. A pesar de que sólo cursé estudios hasta primer grado superior, me gusta leer", enfatizó.

En La Cocha siempre se vendió comida en la estación. "Los sánguches de doña Pochita eran muy solicitados. Los dos hacíamos buenos negocios con nuestros productos", evocó.

Don Domiciano Plaza también recordó a su madre. "Ella era partera. Tenía mucha calidad para decirles a las embarazadas con precisión si iban a tener un varón o una mujer. Ella se movilizaba a través del tren. Iba por todo el sur y se llamaba Eulalia. La conocían todos por esta zona", describió.

DESDE EL ANDÉN

- PARAJE DE PASO.- La Cocha fue un paraje a la vera del carril de carretas que conducía a Catamarca por la cuesta del Totoral. Cuando se habilitó el ferrocarril , un par de años después se instalaron los ómnibus de la empresa Bosio, actualmente extinguida, cuyas unidades trasladaban a Catamarca a los pasajeros que llegaban hasta La Cocha.

- LA INVERNADA.-
Hacia 1860 llegó a la zona el alemán Heinrich Erdmann quien instaló una curtiembre, una trituradora de quebracho y un ingenio azucarero: La Invernada. Para ello le compró la propiedad a Carlota Lema de Ocampo, por $ 500. Eran 25 leguas cuadradas de superficie.

- VARIOS DUEÑOS.- El ingenio La Invernada primero fue de la sociedad entre Erdmann y el italiano Luis Silvetti. Molía 30 cuadras de caña con trapiche de madera y centrífugas. Después pasó a manos de Eduardo Duberti; y de este, a Carlos Ferreira, quien lo vendió a Martín Berho. Este último lo transfirió a Clodomiro Hileret. El ingenio terminó sus actividades en 1920.

- LEÑA.- Desde la estación La Cocha también se acopiaba y cargaban durmientes y leña para el ferrocarril, postes de madera para los alambrados. Anteriormente fue posta del camino a Catamarca y distaba siete leguas de Naranjo Esquina, dos de Bajastiné y seis leguas de Guáchara (Huacra)

- SIGNIFICADO.- La Cocha es un vocablo de origen quechua que significa "la laguna". El pueblo fue diseñado por el agrimensor Eudoro Carmona. En 1911 fue Comisión de Fomento, en 1950 fue Comuna y en 1976 se transformó en municipalidad y cabecera del departamento homónimo.